martes, 20 de abril de 2010

Texto

Soy tímida. Por ejemplo: me cuesta mucho hablar sobre lo que hago y a veces creo, por cómo funcionan las cosas en este ambiente, que eso podría ser perjudicial para mi trabajo. Pero en general no me importa mucho y me dedico sólo a lo que me gusta, que es pintar: simplemente pinto, pinto plantas, sombras de plantas, reflejos sobre plantas, espacios donde hay plantas. Creo que esa timidez se refleja en mi obra; lo que pasa, cuando pasa y si pasa, se filtra sutilmente, se desliza o murmura, aunque sean cosas enormes, por lo menos para mí, como la gravedad, la ondulación del espacio, el vacío como materia y la superposición como transparencia, la luz absorbida y la luz reflejada. Y las plantas, que también parecieran ser silenciosas, tienen algo que se manifiesta de manera muy tenue, energía y movimiento en un estado latente.
Es que también soy lenta (soy un poco planta), algo retro en mi estética y anacrónica en mis ideas. No puedo hacer cuadros espectaculares con ideas espectaculares con títulos espectaculares. No me interesa o tal vez no me salga. Para mí la pintura es un proceso sutil y lento. Y me parece que eso también se refleja en mi obra. No creo que sea como reacción a lo que sucede, a la velocidad contemporánea. Sino que soy así, me gusta ese proceso sutil y lento en el que estoy embarcada, donde de un cuadro a otro no hay muchos cambios y si los hay, cuando los haya, se filtran muy de a poco, se deslizan o murmuran. Es que me gustaría (como sueño o utopía, no como ambición) que mi pintura se vaya cargando, muy de a poco y de forma natural, de energía y densidad.